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- ↑ plaza | Definición | Diccionario de la lengua española | RAE - ASALE
- ↑ azogue | Definición | Diccionario de la lengua española | RAE - ASALE
- ↑ Mesonero Romanos, Ramón de (1861) El Antiguo Madrid
- ↑ Grupo consultor para la Gestión del Espacio Público (GEP)Los espacios de la centralidad barrial: La calle y la plaza [1] (grupo de arquitectos argentinos que reflexionan sobre los conceptos urbanísticos y la "centralidad barrial").
- ↑ Citado por Riu, M. (1975) Textos comentados de época medieval (siglo V al XII), Barcelona. Accesible en Cuadernos de Historia Medieval de la Universidad Autónoma de Madrid.
- ↑ Michael Heckenberger en la actualidad, y en la época romántica de la arqueología el coronel Percy Fawcett, que buscaba las ciudades de piedra del Amazonas citadas por el explorador Francisco de Orellana y el clérigo Carvajal. Carmensusana Tapia Morales La terra preta y su asociación con los pueblos y ciudades perdidas en el Amazonas.
- ↑ a b c GEP, web citada.
- ↑ Artículo en El País sobre la reforma del parque (1 de agosto de 2006).
- ↑ La plaza, asignatura pendiente, reseña del libro de Favole, Paolo (1995) La plaza en la arquitectura contemporánea. (Gustavo Gili, Barcelona. 197 páginas), por Carlos Verdaguer (publicada en versión resumida en: Arquitectura Viva 52, marzo-abril 1997) y accesible en Ciudades para un futuro más sostenible, de la Universidad Politécnica de Madrid (21 de noviembre de 2006) ISSN 1578-097X
- ↑ Barnechea, Fernández y Haro (1992) Una plaza Barroca: San Pedro del Vaticano, en Historia del Arte, Madrid, Vicens Vives. ISBN 84-316-2554-6
- ↑ Programa del curso Patrimonio paisajístico público: su valoración y preservación de las profesoras argentinas Sonia Berjman y Roxana Di Bello (Fundación patrimonio histórico) [2]
- ↑ Berjman y Di Bello, curso citado.
- ↑ Huerta Calvo, Javier, (1991) El teatro en la plaza, la plaza en el teatro. páginas 79-100 de Espacios teatrales del barroco español.: calle, iglesia, palacio, universidad. XIII Jornadas de Teatro Clásico, Dirigido por José María Díez Borque. (Estudios de Literatura 9) Kassel, Reichenberger. VIII, ISBN 3-928064-11-8
- ↑ En la Wikipedia en inglés puede consultarse una [3] lista de plazas por tamaño.
Plaza
Para el espacio con juegos para niños véase Espacio de recreación.
Una plaza[1] (también azogue)[2] es un espacio urbano público, amplio o pequeño y descubierto, en el que se suelen realizar gran variedad de actividades. Las hay de múltiples formas y tamaños, y construidas en todas las épocas. Por su relevancia y vitalidad dentro de la estructura de una ciudad se las considera también como salones urbanos.
Con frecuencia son el elemento nuclear de una población, el lugar alrededor del cual comienzan a levantarse las edificaciones más representativas, con lo que se convierten en símbolos del poder, y en ocasiones reflejan la dualidad de poder (religioso y político). Son típicas en muchos pueblos la plaza del ayuntamiento y la plaza de la iglesia; en localidades mayores son más propias la plaza de la catedral o la plaza del palacio.
Las plazas son el centro por excelencia de la vida urbana. En ellas se concentran gran cantidad de actividades sociales, comerciales y culturales. Las funciones simbólicas, tanto políticas como religiosas son de gran importancia en estos espacios, siendo elegidas para la celebración de coronaciones, ejecuciones, manifestaciones, procesiones, canonizaciones... A menudo son elegidas para levantar en ellas monumentos conmemorativos o estatuas, ya que son espacios singulares y adecuados para los mecanismos de mantenimiento de la memoria histórica. Además, al ser lugares de encuentro, albergan actividades lúdicas y festivas: fiestas, juegos, espectáculos, deportes, mercadillos o cualquier acto público imaginable. La función económica (plaza de mercado) responde a la vitalidad de las transacciones espontáneas, pero también las hacen ser objeto de especial atención y control por los poderes públicos.
Otra función significativa es la militar, que está en el origen de muchas ciudades. El término "plaza" en lenguaje castrense, es equivalente a "ciudad", y está en muchas expresiones convencionales (sentar plaza, mando en plaza, plaza fuerte...).
En el mundo taurino, y en la toponimia de muchas localidades españolas e hispanoamericanas, se usa "plaza" antonomásticamente por plaza de toros.
Desde los orígenes la plaza ha constituido un órgano biológico de la ciudad, incorporado a la vida de la comunidad como su espacio más convocante. Desde que en la prehistoria, las chozas de la tribu se agruparon en círculo, el espacio central empezó a cumplir la función de escenario de la vida comunitaria. Mucho después se incorporaba a la plaza una actividad principal, el mercado. Sus símbolos fueron la fuente de agua, y el monumento. La plaza funcionó, siempre como patio urbano y atrio de los edificios más representativos de la comunidad.[4]
El diseño de la ciudad clásica grecorromana, que valoraba especialmente la dimensión pública de la vida urbana, concedía una importancia central al ágora (griega) o al foro (romano), donde se centralizaba la actividad comercial, judicial, política y religiosa. En el caso de las ciudades que han surgido de un campamento romano, aún se reconoce su presencia en el punto de confluencia de las dos vías principales (cardo y decumano).
Otras civilizaciones antiguas desarrollarán sus propios modelos, especialmente China, donde se desarrolla la Ciudad Prohibida con su estructura protocolaria de sucesivos palacios ante los que se abren gigantescos patios con una impresionante escenografía, adecuada a su formación social histórica (el despotismo oriental).
En cambio, los pueblos denominados bárbaros por las civilizaciones mediterráneas, no desarrollan un concepto similar ni de ciudad ni de espacio público, y de hecho, los autores clásicos que describen su urbanismo destacan su condición poco comunitaria en ese aspecto (sin trazado de calles o espacios públicos, yuxtaponen las casas espontáneamente en un espacio aparentemente desorganizado).
Esa visión cargada de prejuicios (que en buena medida ha sido heredada por la historiografía) desprecia la distinta relación con la naturaleza de otras culturas, como la germánica citada o la celta, que tiene su templo en el bosque y sus lugares de reunión en prados y campas. También son importantes las funciones de todo tipo y el elaborado diseño que presentan las plazas centrales de los poblados en las culturas primitivas o indígenas estudiadas por los antropólogos, como las aldeas dogón en el Níger (África occidental) o las Kuikuro en el Alto Xingú (Amazonia).[6]
La ciudad medieval europea desarrolla una trama urbana más cerrada, sobre todo las de influencia islámica, pero son habituales los espacios "de respeto" delante de las catedrales o iglesias principales, así como los palacios o ayuntamientos (destacando las Piazze della Signoria de varias ciudades italianas, presididas por grandes torres). Las dimensiones de estas plazas no tienen por qué ser pequeñas: la mayor de Europa, la plaza del mercado de Cracovia, tiene 40.000 metros cuadrados.
Desarrollándose endógenamente, las civilizaciones precolombinas de América también experimentaron conceptos semejantes, destacando las explanadas ante los templos mesoamericanos, como la de Tenochtitlán que está en el origen del Zócalo (espacio que fue agrandado por el derribo de edificios tras la conquista española).
En Europa, el crecimiento de los burgos fuera de las murallas suscitó la aparición de plazas de mercado. En Castilla son denominadas plaza de arrabal o Plaza Mayor la principal o plazuela las menores, y se desarrolla simultáneamente una estructura institucional de control, repesos, establecimiento regulado de ferias periódicas, o de agentes permanentes (obligados del abasto y tablajeros). El crecimiento de los edificios que las rodean producen su cierre con arcos y soportales (Plaza Mayor de Valladolid, Plaza Mayor de Madrid, Plaza Mayor de Salamanca...). Conformaron el modelo que fue exportado a las ciudades coloniales como Plaza de Armas (las de ese nombre de Santiago de Chile, de La Habana... la Plaza de Mayo de Buenos Aires, la Plaza de Bolívar de Bogotá, el citado Zócalo de México...).
El barroco planteó la apertura de perspectivas grandiosas, integrando arquitectura, escultura, jardines y fuentes, que tienen en Roma (San Pedro), Viena (Graben) o Madrid (Paseo del Prado) ejemplos notables.
Los ensanches urbanos del siglo XIX (para España los de Ildefonso Cerdá en Barcelona y Carlos María de Castro en Madrid) y la expansión en superficie de la ciudad permitieron el desarrollo de tramas abiertas con la presencia de plazas de muy distinto tipo. El diseño específico de plazas pasa a constituir materia propia, en paralelo a la constitución formal de la profesión de arquitecto paisajista (Law Olmsted en los espacios libres de Boston y Nueva York). La función de mercado, en cambio, se vio reglamentada por el nuevo ideal higienista hacia el mercado cerrado. Simultáneamente, aparece la necesidad de aislar espacios verdes de uso público, bien en grandes superficies, como bosques urbanos, bien acomodados a las dimensiones habituales de las plazas, que se convierten en espacios ajardinados.
El siglo XX, con la revolución del transporte urbano que trae el uso del automóvil hizo de la función viaria una de las esenciales de estos espacios, mientras que, por otro lado, la saturación del tráfico y el estacionamiento trajo como una de las soluciones la peatonalización de muchos de ellos desde finales de ese siglo. Otra cuestión que a veces ha desatado la polémica es la revalorización del solado clásico (adoquín) frente al suelo vegetal de los espacios ajardinados o al asfalto de los viales, en un concepto que ha recibido el nombre de plaza dura (Plaza de Dalí, en Madrid, Plaza de las Arenas y parque de Joan Miró, en Barcelona).[8]
Para algún autor, las reflexiones del urbanismo más reciente (la posmodernidad, el deconstructivismo), parten del desdibujamiento de la diferencia entre plaza y calle consecuencia de la arquitectura de bloque abierto propugnada por el Movimiento Moderno y el funcionalismo.
No existen dos plazas exactamente iguales en el mundo, pero se pueden agrupar en varios grandes grupos atendiendo a su forma:
Otros criterios de clasificación pueden distinguir:
El tratamiento de las plazas en la literatura y las artes escénicas es muy agradecido, por manifestar éstas un escenario natural de la vitalidad de una sociedad que los artistas han reflejado en sus obras. El mismo origen del teatro griego es en buena parte lo que ocurre en el espacio público de la polis, y las plazas fueron el lugar de representación de los cómicos de la legua incluso después que se establecieran los corrales de comedias estables.[13] En cuanto a obras modernas en las que las plazas cobran un papel protagónico, pueden ponerse como ejemplos
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