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- ↑ Le Goff, Jacques (2016). ¿Realmente es necesario cortar la historia en rebanadas?. Fondo de Cultura Económica. pp. 22-24. Parámetro desconocido
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ignorado (ayuda)
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ignorado (ayuda)
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«¡Ex oriente lux!». Se dice que con esta exclamación saludaban los romanos al sol cuando se elevaba sobre las montañas samnitas. La expresión se ha hecho una frase célebre universal, usada a lo mejor por casualidad en sentido original, pero casi siempre simbólicamente para sugerir que nuestra cultura occidental proviene en el fondo de Oriente.
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En la tradicional identificación de pueblos y lenguas con el relato bíblico de los descendientes de Noé, la zona se identifca con Fut, hijo de Cam, y con las llamadas lenguas camitas; conceptos todos ellos obsoletos en las modernas antropología y lingüística.
En atención a los temas representados (dependientes de cambios en clima y cultura, que explican la presencia de unos u otros animales) las fases del arte rupestre se han denominado bubaliense (Paleolítico o Mesolítico), bovidiense (bóvidos, Neolítico -Tassili n'Ajjer-), equidiense (caballos y carros esquemáticos -"periodo de los carros"-, I milenio a. C. -en celtiberia, web cit., se fecha "tradicionalmente" en 1500 a. C.-) y cameliense (camellos, desde el siglo I a. C. hasta la actualidad). (Alfonso Fraguas, El arte rupestre prehistórico de África nororiental, pg. 95).
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- ↑ Artículo sobre el asunto en El País, 17 de enero de 2009. Cita tres ejemplos de reciente aparición: Centurión (de Simon Scarrow. Barcelona: Edhasa, 2008), El águila de la Novena Legión (de Rosemary Sutcliff. Barcelona: Plataforma, 2008) y César, las cenizas de la República (de Gisbert Haefs. Barcelona: Edhasa, 2008).
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SARRERA DESBERDINA:
Edad Antigua
La Antigüedad, también llamada Edad Antigua o Periodo Antiguo según el contexto, es un periodo histórico comprendido entre el final de la prehistoria —generalmente con la invención de la escritura y con ello la historia escrita— y una fecha variable según el área geográfica en cuestión. Durante este periodo surgió la escritura, las ciudades y el proceso de urbanización, la ley, el Estado y la estratificación social, así como grandes religiones todavía profesadas como el budismo, cristianismo e hinduismo.
Se desarrollaron numerosas civilizaciones de gran importancia en todos los continentes: Sumeria en el Creciente Fértil, el Antiguo Egipto en el África del norte, la civilización del valle del Indo en Asia del sur, la Antigua China en Asia oriental, las antiguas Grecia y Roma en el Mediterráneo, las civilizaciones mesoamericanas y andinas en América, entre muchas otras.
La finalización de la Antigüedad varía según el espacio geocultural. Por ejemplo, para Occidente termina en el siglo V con el inicio de la Edad Media;[1] en el África subsahariana termina en el siglo I con el inicio de los Siglos Oscuros;[2] y en América termina en el siglo XV, cuyo periodo se llama América precolombina.
El lapso de la historia registrada es de aproximadamente 5000 años, comenzando con la escritura cuneiforme sumeria. La historia antigua cubre todos los continentes habitados por humanos en el período 3000 a. C. - 500 d. C. El sistema de tres edades periodiza la historia antigua en la Edad de Piedra, la Edad del Bronce y la Edad del Hierro, y generalmente se considera que la historia registrada comienza con la Edad del Bronce.[3] El comienzo y el final de las tres edades varía entre las regiones del mundo. En muchas regiones, generalmente se considera que la Edad del Bronce comenzó unos siglos antes del 3000 a. C.,[4] mientras que el final de la Edad del Hierro varía desde principios del primer milenio a. C. en algunas regiones hasta finales del primer milenio d. C. en otras.
Sea cual fuera el criterio empleado, coincidiendo en tiempo y lugar, unos y otros procesos cristalizaron en el inicio de la vida urbana (ciudades muy superiores en tamaño, y diferentes en función, a las aldeas neolíticas); en la aparición del poder político (palacios, reyes) y de las religiones organizadas (templos, sacerdotes); en una compleja estratificación social; en grandes esfuerzos colectivos que exigen la prestación de trabajo obligatorio; en el establecimiento de impuestos y el comercio de larga distancia (todo lo que se ha venido en llamar «revolución urbana»).[5] Este nivel de desarrollo social, que por primera vez se alcanzó en Sumeria (espacio propicio para la constitución de las primeras ciudades-estado competitivas a partir del sustrato neolítico), llevaba ya cuatro milenios desarrollándose en el Creciente Fértil.[6] A partir de ellas, y de sucesivos contactos (tanto pacíficos como violentos) de pueblos vecinos (culturas sedentario-agrícolas o nómada-ganaderas que se nombran tradicionalmente con términos de validez cuestionable, más propios de familias lingüísticas que de razas humanas: semitas, camitas, indoeuropeos, etc.), se fueron conformando los primeros estados de gran extensión territorial, hasta alcanzar el tamaño de imperios multinacionales.
Procesos similares tuvieron lugar en diversos momentos según el área geográfica (sucesivamente Mesopotamia, el valle del Nilo, el subcontinente indio, China, la cuenca del Mediterráneo, la América precolombina y el resto de Europa, Asia y África); en algunas zonas especialmente aisladas, algunos pueblos cazadores-recolectores actuales aun no habrían abandonado la prehistoria mientras que otros entraron violentamente en la edad moderna o la contemporánea de la mano de las colonizaciones de los siglos XVI al XIX.
Los pueblos cronológicamente contemporáneos a la Historia escrita del Mediterráneo Oriental pueden ser objeto de la protohistoria, pues las fuentes escritas por romanos, griegos, fenicios, hebreos o egipcios, además de las fuentes arqueológicas, permiten hacerlo.
La Antigüedad clásica se localiza en el momento de plenitud de la civilización grecorromana (siglo V a. C. al siglo II d. C.) o, en sentido amplio, en toda su duración (siglo VIII a. C. al siglo V d. C.). Se caracterizó por la definición de innovadores conceptos sociopolíticos —los de ciudadanía y de libertad personal, no para todos, sino para una minoría sostenida por el trabajo esclavo—, a diferencia de los imperios fluviales del antiguo Egipto, Babilonia, India o China, para los que se definió la imprecisa categoría de «modo de producción asiático», caracterizados por la existencia de un poder omnímodo en la cúspide del imperio y el pago de tributos por las comunidades campesinas sujetas a él, pero de condición social libre (pues aunque exista la esclavitud, no representa la fuerza de trabajo principal).[7]
El final de la Edad Antigua en la civilización occidental coincide con la caída del Imperio romano de Occidente, en el año 476 (el Imperio romano de Oriente sobrevivió toda la Edad Media hasta 1453 como Imperio bizantino), aunque tal discontinuidad no se observa en otras civilizaciones. Por tanto, las divisiones posteriores (Edad Media y Edad Moderna) pueden considerarse válidas solo para aquella, mientras que la mayor parte de Asia, África y América son objeto en su historia de una periodización propia.
Algunos autores culturalistas hacen llegar la Antigüedad tardía europea hasta los siglos VI y VII, mientras que la escuela «mutacionista» francesa la extiende hasta algún momento entre los siglos IX y XI. Distintas interpretaciones de la historia hacen hincapié en cuestiones económicas (transición del modo de producción esclavista al modo de producción feudal, desde la crisis del siglo III), políticas o ideológicas (desaparición del imperio e instalación de los reinos germánicos desde el siglo V), religiosas (sustitución del paganismo politeísta por los monoteísmos teocéntricos: el cristianismo —siglo IV— y posteriormente el islam —siglo VII—), filosóficas (filosofía antigua por la medieval) y artísticas (evolución desde el arte antiguo —clásico— hacia el arte medieval —paleocristiano y prerrománico—).[9]
Las civilizaciones de la Antigüedad son agrupadas geográficamente por la historiografía y la arqueología en zonas en que distintos pueblos y culturas estuvieron especialmente vinculados entre sí; aunque las áreas de influencia de cada una de ellas llegaron en muchas ocasiones a interpenetrarse e ir mucho más lejos, formando imperios de dimensiones multicontinentales (el Imperio persa, el de Alejandro Magno y el Imperio romano), talasocracias («gobierno de los mares») o rutas comerciales y de intercambio de productos e ideas a larga distancia; aunque siempre limitadas por el relativo aislamiento entre ellas (obstáculos de los desiertos y océanos), que llega a ser radical en algunos casos (entre el Viejo Mundo y el Nuevo Mundo). La navegación antigua, especialmente la naturaleza y extensión de las expediciones que necesariamente tuvieron que emprender las culturas primitivas de Polinesia (al menos hasta la Isla de Pascua), es un asunto aún polémico. En algunas ocasiones se ha recurrido a la arqueología experimental para probar la posibilidad de contactos con América desde el Pacífico. Otros conceptos de aplicación discutida son la prioridad del difusionismo o del desarrollo endógeno para determinados fenómenos culturales (agricultura, metalurgia, escritura, alfabeto, moneda, etc.) y la aplicación del evolucionismo en ámbitos arqueológicos y antropológicos.
El Antiguo Oriente Próximo o Antiguo Oriente es el término utilizado para denominar las zonas de Asia occidental y noreste de África donde surgieron las civilizaciones anteriores a la civilización clásica grecorromana, y que actualmente se denomina Oriente Próximo u Oriente Medio. Para la misma región, Vere Gordon Childe acuñó la denominación Creciente Fértil, al definirla como la zona donde surgió primero la Revolución neolítica y posteriormente la Revolución urbana. Son los actuales países de Irak, parte de Irán, parte de Turquía, Siria, Líbano, Israel, los Territorios palestinos, Jordania, Arabia y Egipto. Cronológicamente, se entiende como un periodo que va desde el inicio de las civilizaciones históricas en torno al 0 a. C. (en esta zona la aparición de la escritura, las ciudades y los templos es simultánea a la Edad del Bronce) hasta la expansión del Imperio aqueménida en el siglo VI a. C.
La desembocadura del Tigris y el Éufrates en la Baja Mesopotamia[10] dio origen a la acumulación de depósitos aluviales en la zona de marismas que va ganando paulatinamente terreno al mar frente a la costa en retroceso del golfo Pérsico (actualmente a más de cien kilómetros del lugar que ocupaba en el IV milenio a. C., y con los dos ríos confluyentes —Shatt al-Arab—). La zona fue propicia (con la condición de mantener una gran capacidad de organización social para el trabajo colectivo en la construcción de obras hidráulicas como canalizaciones, regadío y drenajes) para el desarrollo de las ciudades-estado sumerias (Ur, Uruk, Eridú, Lagash). Estas, en competencia entre sí y con los pueblos nómadas de estepas y desiertos circundantes (los del sur y oeste englobados por la historiografía en el amplio concepto étnico de semitas y los del este en la zona irania donde se fue formando la civilización elamita), así como con los núcleos que se fueron formando más al norte (Babilonia) y más al norte aún en la Alta Mesopotamia (Nínive); fueron desarrollando las características constitutivas de la civilización (sociedad compleja) y el estado (superestructura político-ideológica): templo, clase sacerdotal y religión organizada, frontera, guerra territorial, ejército, propaganda, impuestos, burocracia, monarquía, construcciones como murallas y zigurats; y el rasgo que marca el inicio de la historia: el registro de la memoria en la escritura.
La dinámica del crecimiento territorial llevó a la formación de imperios, que en su pretensión de monopolizar el poder, se describían a sí mismos como un continuo espacial «entre el mar pequeño y el mar grande» (el golfo Pérsico y el Mediterráneo), en enumeraciones más o menos fiables de pueblos anexionados, destruidos, dispersados, rechazados, sometidos, tributarios, o simplemente socios comerciales, aliados o contactos diplomáticos.
Cordilleras, mesetas, estepas y desiertos caracterizan un difícil medio físico entre el río Tigris al oeste, el golfo Pérsico al sur, el río Indo al este y los montes Elburz, el mar Caspio y el río Oxus al norte. No obstante, también son la vía terrestre que conecta el Oriente Próximo con el Asia Central y el Asia Meridional (más difícilmente, siendo más usada la conexión marítima); y a través de esas zonas, en última instancia, con el Extremo Oriente. La extensa región persa o irania cumpliría un papel clave en la teoría indoeuropea, de debatida validez, que suponía la existencia de un grupo ancestral de pueblos de las estepas portadores de rasgos comunes (lingüísticos, étnicos, culturales e incluso de estructura de pensamiento), esencialmente ganaderos (otorgaban un gran valor a vacas, caballos y perros), de estructura social patriarcal, jerarquizada y triádica (visible incluso en su panteón de dioses), que protagonizaron una gigantesca expansión que incluiría la conquista de India por los arios; la de Europa por los predecesores de griegos, latinos, celtas, germanos y eslavos; y la de Mesopotamia, Anatolia, Levante y Egipto por medos y persas.
La península de Anatolia, vía terrestre entre Asia y Europa, de la que la separa el estrecho del Bósforo y las numerosas islas del Egeo, con las que siempre mantuvo un continuo cultural (del que son muestra los aqueos y troyanos del mito homérico), estuvo en el corazón de las innovaciones de la Revolución Neolítica y la Revolución Urbana, desarrollando estados poderosos que entraron en relación y competencia con los mesopotámicos e incluso con Egipto. Hacia el norte, la costa del mar Negro (el Ponto para griegos y romanos), acogía mitos como el del vellocino de oro que se hallaba en la Cólquide. La cordillera del Cáucaso la pone en contacto con las lejanas llanuras eurasiáticas.
La zona costera más oriental del Mediterráneo, por su ubicación entre África y Asia y sus favorables condiciones físicas, actuó como un «pasillo» entre el mar y el desierto, muy compartimentado, aunque con valles fluviales de dirección norte-sur (los del Jordán y el Orontes), que posibilitó las comunicaciones terrestres entre África, Asia y Europa. Ese papel se había cumplido desde el Paleolítico y el Neolítico (Jericó), y se acentuó con las primeras civilizaciones. Los grandes imperios de Egipto, Mesopotamia y Anatolia tuvieron en esta zona su zona de contacto geoestratégico. La situación crítica permitió que se desarrollaran potentes civilizaciones locales de fuerte personalidad e influencia en el desarrollo histórico posterior (rasgos como el alfabeto o el monoteísmo), con una proyección muy superior a su extensión geográfica o población.
Entre el Tigris y la cordillera del Líbano comienza una vasta zona desértica que se extiende hacia el sur hasta la península arábiga. Supone un obstáculo insalvable para el desarrollo de la agricultura más allá de pequeñas zonas de oasis muy dispersos, excepto en la zona del Yemen (Arabia Felix —‘Arabia feliz’—). Las actividades económicas que se desarrollaron y permitieron la formación de una peculiar civilización fueron, por tanto, la ganadería nómada y las lucrativas rutas caravaneras del comercio a larga distancia que conectaban todas las partes del mundo antiguo a través de los puertos del mar Rojo, el golfo de Adén y el golfo Pérsico (abiertos al océano Índico —navegación hasta la India e Indonesia—, al este de África —donde la relación con Eritrea y Etiopía fue muy estrecha— y a la costa oriental de Egipto —Berenice—), y ciudades del interior como Alepo, Damasco, Apamea, Petra o Palmira (que conectaban con el Levante mediterráneo).
«Egipto es un don del Nilo» (Heródoto), pues pocas civilizaciones tuvieron una relación tan determinante con un río. Su crecida anual permitió la fertilidad y altísima densidad de población de una estrecha franja que recorre el despoblado desierto norteafricano («desertizado» en el periodo postglacial) desde las cataratas del sur hasta el delta del norte. La dualidad entre el Alto Egipto y el Bajo Egipto forjó, sobre una sociedad campesina extraordinariamente estable y vinculada por el trabajo colectivo en las obras hidráulicas, unas instituciones y una cultura caracterizadas por la sacralización de la figura del faraón, la fortaleza de los templos, una eficaz burocracia y una compleja religión del más allá. Dentro de una gran continuidad a lo largo de milenios (que a veces se ha interpretado como homogeneidad o incluso estereotipación, con escasísimas excepciones —el periodo de Amarna—), se mantuvo una repetida dialéctica entre la unidad y la disgregación en el devenir cíclico de las fases de la historia egipcia, con periodos de esplendor y de crisis.
Hélade es el concepto geográfico y cultural que abarcaba en la Antigüedad clásica el territorio habitado por los griegos o helenos, más amplio que la actual Grecia, y que comprendería el territorio continental europeo que va desde el Peloponeso al sur hasta una difusa separación con Macedonia, Tracia y Epiro al norte; además de las islas del mar Egeo y del mar Jónico y la costa occidental de la actual Turquía (Jonia) hasta el Helesponto. También se asimilaban al concepto de Hélade las colonias griegas establecidas por todo el Mediterráneo; y también podían entenderse próximos a él los extensos territorios de las monarquías helenísticas de Egipto y el Próximo Oriente, que en mayor o menor medida habían sido helenizados.
Muchos mitos griegos se situaban en costas o islas situadas en un indefinido «extremo Occidente» (Vulcano —Hefaistos—, Trabajos de Hércules —Heracles, Columnas de Hércules, Gerión, Atlas—, Atlántida, Jardín de las Hespérides, Odisea —Cíclopes, Lestrigones, Sirenas, Escila y Caribdis, Ogigia, Lotófagos—); otros se situaban en dirección menos clara, o más bien en el Mediterráneo oriental (hacia el mar Negro —la Cólquide de los viajes de Jasón, los Argonautas y el Vellocino de Oro—, el sur del Egeo —la Creta de Minos, Dédalo, Ícaro, y el Minotauro vencido por el ateniense Teseo; o del rapto de Europa— o el Chipre del nacimiento de Afrodita).
El Imperio romano tuvo un impacto muy superior a su propia extensión espacial (casi seis millones de kilómetros cuadrados, ya de por sí una de las mayores entre los imperios de todos los tiempos)[11] y a su duración temporal (del 27 a. C. al 476 d. C. en Occidente y al 1453 en Oriente); por ser la institución política y la formación económico-social decisiva para la conformación de la civilización occidental, que en buena medida puede considerarse una pervivencia suya. A través de ella pervivieron sus conceptos jurídicos e institucionales (derecho romano, municipio romano, provincia romana, senado romano...), artísticos y culturales (arte y cultura clásica, urbanismo romano, vía romana, teatro romano, termas, acueductos...) y el propio idioma (el latín). La romanización fue un proceso que tuvo mucho de sincrético, puesto que incorporaba rasgos culturales de los pueblos conquistados. Muy especialmente se identificó con la civilización griega, a la que Roma reconocía como superior a la suya propia, excepto en cuestiones políticas y militares (Ex Oriente Lux, Ex Occidente Dux).[12] En su periodo final, la aportación judeocristiana fue decisiva.
Las estepas del Asia Central tuvieron históricamente una estrecha relación (dialéctica de pueblos nómadas y sedentarios) con la llanura del Indostán, y esta con la península del Decán. La conexión por tierra con el Oriente Medio a través de los desiertos de Irán fue, en cambio, más comprometida, mientras que la navegación por el mar Arábigo permitió rutas más fluidas. No obstante, todas ellas fueron experimentadas, a veces en el transcurso de la misma expedición, como fue el caso de la de Alejandro Magno (326 a. C.).
El aislamiento geográfico de esta zona está marcado por las más altas cordilleras del mundo: el Himalaya, el Altái, el Hindu Kush, el Tian Shan, el Pamir y el Karakorum; y algunos de los más extensos y secos desiertos: el Taklamakán y el Gobi. Incluso las comunicaciones marítimas entre India y China son dificultosas (exposición a los monzones, prolongada navegación por la interposición de la península de Indochina y la península de Malaca que obliga a cruzar por zonas como el estrecho de la Sonda o el estrecho de Malaca). Aun así, existieron contactos, como testimonia la continuidad de rutas comerciales y la difusión de tecnologías, alfabetos y religiones (el hinduismo al Sureste asiático y el budismo a Tíbet, China y Japón). No obstante, la dificultad de ese contacto se percibía como resultado de un viaje de dimensiones míticas (Viaje a Occidente).
El desierto del Sahara y las dificultades del curso superior del Nilo supusieron dos formidables barreras geográficas que provocaron una discontinuidad cultural muy importante entre el Norte de África y el África Subsahariana. No obstante, fueron lo suficientemente permeables como para permitir el contacto mediante rutas caravaneras con la zona del río Níger y el golfo de Guinea, y el contacto a través del mar Rojo con Eritrea y Etiopía, zonas fuertemente vinculadas a la península arábiga. El caso especial de Madagascar es consecuencia de la procedencia de la población malgache, relacionada a través del océano Índico con otras poblaciones malayo-polinesias.
En la América precolombina, surgieron dos centros civilizatorios distintos: la región andina hacia el 0 a. C. y Mesoamérica hacia el 0 a. C.
Las primeras sociedades complejas conocidas de América del Sur, Sechín y Caral, surgieron hacia el IV milenio a. C. en la costa central del actual Perú. En el siglo XII a. C., la cultura de Chavín o Cupisnique se propagó por toda la costa y los Andes centrales, dando paso tras su declive a diversos estilos regionales como Paracas , Vicús, Cajamarca, Moche, Recuay, Lima, Pucará, Nazca, Huarpa y Tiahuanaco. Hacia el siglo VII , la influencia de Nazca y Tiahuanaco sobre Huarpa, sumada a desarrollos locales en la agricultura y riego, propiciaron el surgimiento de Huari como un gran Estado urbano y militarizado que expandió su dominio por gran parte de la región anteriormente influenciada por Chavín, salvo el sur tiahuanacota. A la caída de Huari y Tiahuanaco en el siglo X, el poder político se fragmenta en diversos señoríos con estilos culturales diversos. En esta época se desarrollaron Lambayeque, Chimú, Chancay, Ychsma, Maranga y Chincha en la costa, a la par de Chachapoyas, Huamachuco, huancas, chancas, collas, Lupaca, Chiribaya e incas en las tierras altas. Al rededor de 1438, el inca Pachacuti lidera la expansión del Imperio incaico hasta el sur de la actual Colombia y noroeste argentino. La larga sucesión cultural tiene un abrupto cambio con la Conquista española en el siglo XVI.
En fondo blanco, los periodos considerados prehistóricos (sin presencia de escritura —la existencia de proto-escritura[15] en algunas culturas es una cuestión polémica—), en fondo ligeramente sombreado los periodos históricos (con presencia de escritura —las primeras escrituras y alfabetos, en letras de color rosa—), en fondo de distintos colores, los distintos imperios (entidades políticas de gran extensión, que alcanza al menos una de las zonas consideradas en este esquema). La tabla sigue la narrativa occidental, es decir, terminando con la caída del Imperio romano de Occidente.
Balcanes
Itálica
a los Pirineos
Danubiano
Sesklo, Dímini, Vinča, Gumelnitsa
cerámica cardial
bocca quadrata
cerámica de bandas
cerámica cardial, Rössen, Chassey,[16] La Hoguette[17]
cerámica cardial
Predinástico
El Obeid
Dispilio
Gumelnitsa
bocca quadrata
Chassey, Pfyn
sepulcros de fosa
Paleta de Tehenu (egipcia, protohistórica)
Predinástico
Protodinástico
escritura jeroglífica
Uruk
Yemdet Nasr
Uruk
Yemdet Nasr
escritura cuneiforme
Cicládico
civilización minoica
Edad del Bronce (prehistórica)
vaso campaniforme, Remedello,[23] Rinaldone,[24] Gaudo, Laterza,[25] Polada
vaso campaniforme, Horguen, SOM[26]
vaso campaniforme
megalitismo
Los Millares
megalitismo (prehistórico)
temehu
Imperio Antiguo
escritura hierática
Intermedio I
ciudades sumerias
Imperio acadio
Renacimiento sumerio
Imperio acadio
Renacimiento sumerio
Balcanes
Itálica
a los Pirineos
(prehistórica)
cultura apenínica, Polada
(prehistórica)
vaso campaniforme
vaso campaniforme
(prehistóricas)
(prehistórica, Sureste)
(prehistóricas)
(prehistórica, Meseta Sur)
Intermedio II
hurritas
Alepo
escritura protosinaítica
lineal A
(prehistóricas)
(prehistórica, Meseta Norte)
hicsos
hurritas
Alepo
micénicos
lineal B
(prehistórica)
Imperio Nuevo
Mitani
lineal C
casitas
micénicos
(prehistórica)
Mitani
Imperio Nuevo
casitas
micénicos
(prehistórica)
(prehistórica, Baleares)
Imperio Nuevo
pueblos del mar
¿invasión doria?
Edad del Hierro (prehistórica)
proto-Villanova
pueblos itálicos
(prehistóricos)
(prehistórica, Baleares)
pueblos del mar
Imperio Nuevo
pueblos del mar
batalla de Qadesh
alfabeto ugarítico
dorios
pueblos itálicos
(prehistóricos)
("celtas", prehistórica)
(prehistórica, Noreste)
frigios, lidios, hititas, fenicios, filisteos, arameos
alfabeto fenicio
arameos
Imperio medio asirio
jonios
pueblos itálicos
(prehistóricos)
("celtas", prehistórica)
(primera colonia fenicia)
Intermedio III
Reino de Israel
arameos
Balcanes
Itálica
a los Pirineos
polis griegas
ilirios
Villanova
pueblos itálicos
("celtas", prehistórica)
celtas (prehistóricos)
Reino de Israel
Reino de Judá
alfabeto paleohebreo
reinos arameos y neohititas
polis griegas
alfabeto griego
ilirios
etruscos
pueblos itálicos
(prehistóricos y protohistóricos)
("celtas", prehistórica)
celtas
(prehistóricos)
fundación de Cartago (protohistoria)
paleo-bereberes, pre-líbicos
Reino de Israel
Reino de Judá
reinos arameos y neohititas
primeros alfabetos árabes
Imperio nuevo asirio
Imperio nuevo asirio
primera olimpiada
Homero
polis y colonias
Liga jónica
ilirios
pueblos itálicos
etruscos
alfabeto etrusco
fundación de Roma
colonias griegas
Hallstatt
("celtas", prehistórica)
celtas
iberos
colonias griegas
colonias fenicias
Tartessos (protohistoria)
Cartago
paleo-bereberes, pre-líbicos
escritura demótica
Imperio nuevo asirio
Cautividad de Nínive
Imperio nuevo asirio
Urartu
reinos arameos y neohititas
alfabeto arameo
Imperio medo
tiranos
legisladores griegos
ilirios, macedonios, tracios
etruscos
Monarquía romana
alfabeto latino
samnitas
Magna Grecia
("celtas", prehistórica)
iberos
colonias griegas
colonias fenicias
Tartessos
escrituras paleohispánicas
Cartago
paleo-bereberes, líbicos
Cirenaica (greco-egipcios)
Imperio nuevo asirio
Tardío o Saíta
Imperio asirio
Imperio neobabilónico
Imperio neobabilónico
Imperio neobabilónico
Imperio medo
tiranos
democracia ateniense
Imperio aqueménida
ilirios, macedonios, tracios
etruscos
Monarquía romana
República romana
Magna Grecia
("celtas", prehistórica)
Antipolis y Massilia
(primeras colonias griegas, protohistoria)
iberos
colonias griegas
Tartessos
Imperio cartaginés
Imperio cartaginés
paleo-bereberes, líbicos
Cirenaica (greco-egipcios)
Imperio aqueménida
cautividad de Babilonia
Imperio neobabilónico
Imperio aqueménida
Imperio aqueménida
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Liga de Delos
Liga del Peloponeso
Guerra del Peloponeso
ilirios, reino de Macedonia, tracios
etruscos
República romana
Magna Grecia
(prehistórica)
colonias griegas
iberos
colonias griegas
Imperio cartaginés
paleo-bereberes, líbicos, garamantes
Cirenaica (greco-egipcios)
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ilirios
República romana
pueblos itálicos
Conquista romana de Italia[30]
Magna Grecia
(prehistórica)
Colonias griegas
iberos
colonias griegas
Imperio cartaginés
paleo-bereberes, líbicos, garamantes
Cirenaica (greco-egipcios)
Imperio de Alejandro
batalla del Gránico
batalla de Issos
sitio de Tiro
sitio de Gaza
Imperio de Alejandro
Imperio de Alejandro
Imperio de Alejandro
Reino de Epiro
Liga Aquea
Liga Etolia
ilirios
Imperio cartaginés
Guerras púnicas
República romana
colonias griegas
Guerras púnicas
República romana
colonias griegas
Imperio cartaginés
Guerras púnicas
República romana
batalla de Zama
paleo-bereberes, líbicos, garamantes
Cirenaica (greco-egipcios)
Reino de Pérgamo
partos
grecobactrianos
indogriegos
Reino de Epiro
Liga Aquea
Liga Etolia
Guerras macedónicas
ilirios
República romana
República romana
sitio de Numancia
República romana
cántabros y astures
Tercera guerra púnica
República romana
Reino de Numidia
Reino de Mauritania
paleo-bereberes, líbicos, getulos, garamantes
Cirenaica (greco-egipcios)
Reino de Armenia
Reino del Ponto
macabeos
nabateos
partos
grecobactrianos
indogriegos
Alto Imperio romano
Alto Imperio romano
Guerra de las Galias
batalla de Alesia
República romana
Alto Imperio romano
cántabros y astures
Guerras cántabras
Alto Imperio romano
Reino de Numidia
Reino de Mauritania
Guerra de Yugurta
paleo-bereberes, líbicos, getulos, garamantes
Cirenaica (greco-egipcios)
Alto Imperio romano
batalla de Actium
Alto Imperio romano
República romana
Alto Imperio romano
nabateos
tocarios
indogriegos
Balcanes
Itálica
a los Pirineos
Reino de Mauritania
Primera guerra judeo-romana
nabateos
tocarios
indogriegos
Alto Imperio romano
Imperio kushán
Imperio de Palmira
Imperio de Palmira
Bajo Imperio romano
Imperio de Palmira
Imperio kushán
Imperio romano de Oriente
Imperio kushán
Reino ostrogodo
Reino visigodo de Tolosa
Reino suevo
Reino visigodo de Tolosa
Imperio romano de Oriente
hunos blancos
Mediterráneo Occidental (hegemonía romana tras las guerras púnicas): República romana, con la ciudad de Roma, los territorios de la península itálica sometidos a diferentes consideraciones jurídicas y de ciudadanía, y sus provincias en Sicilia, Cerdeña, Córcega, Hispania y Dalmacia Reino de Mauritania Reino de Numidia República Cartaginesa
Mediterráneo Oriental:
-Grecia:
Reino de Epiro
Reino de Macedonia
Liga Etolia
Liga Aquea
-Egipto:
Imperio ptolemaico
-Asia menor y Mar Negro:
Rodas
Reino del Bósforo Reino de Capadocia
Galatia Reino de Bitinia Reino de Pérgamo Reino de Armenia Reino del Ponto
-Levante, Mesopotamia y Asia Central:
Imperio seléucida Partos Reino grecobactriano Imperio mauria
William Shakespeare compuso varias obras teatrales con ambientación en la Antigüedad:
Julio César, Antonio y Cleopatra, Coriolano, Tito Andrónico, entre otras.
Miguel de Cervantes hizo lo propio en El cerco de Numancia; pero fue más usual en el teatro clásico francés: Pierre Corneille (Horacio, Cinna, etcétera) y Jean Racine (La Tebaida, Andrómaca, Fedra, entre otras), a partir del cual —y basándose en modelos clásicos y en textos antiguos de Terencio y Plauto— se fijaron las convenciones académicas que fijaron el modelo del teatro neoclásico del siglo XVIII.
La novela histórica surgida en el romanticismo tuvo en la Edad Media su principal escenario (véase medievalismo), pero también se buscó la ambientación en distintas civilizaciones de la Edad Antigua.
Muchas de las novelas se adaptaron al cine o la televisión:
El éxito editorial de los temas históricos ha multiplicado la aparición de best sellers del género, sobre todo los relacionados con la historia militar de Roma.[31]
La adaptación de mitos de la edad antigua ha dado origen a un género cinematográfico especial, que incluye títulos tales como Troya, Furia de titanes, Jasón y los argonautas, etcétera, así como el cine bíblico: Los diez mandamientos (de Cecil B. DeMille, 1923 y 1956), Salomón y la reina de Saba, Sansón y Dalila, entre otras.
También hay distintas adaptaciones de los evangelios: The Greatest Story Ever Told, The Robe, El Evangelio según san Mateo, La pasión de Cristo, etcétera. (Véase Categoría:Películas sobre Jesús).
Con el nombre de peplum (por la vestidura griega denominada en castellano peplo) se designa a un subgénero cinematográfico en que la ambientación en la Antigüedad es una simple excusa para una película de aventuras de bajo presupuesto en la que los anacronismos y otras inadecuaciones a la historia son abundantes (por ejemplo: Hércules, de 1958, y Hércules, Sansón, Maciste y Ursus, de 1964). Las características del género ha propiciado la realización de numerosas secuelas y parodias.
Tanto estas como las de mayor nivel popularmente recibieron el nombre de «películas de romanos» (aunque fueran ambientadas en la época griega o cualquier otra época antigua), y su visionado en los «cines de barrio» de sesión continua y doble programa o en los cines de verano tuvo un notable papel en la educación sentimental de la juventud desde finales de los años cincuenta hasta los setenta del siglo XX, reflejado en obras como las de Terenci Moix (egiptómano y mitómano en concreto de Elizabeth Taylor, actriz que representó a Cleopatra). En este sentido, el cantautor español Joaquín Sabina tiene una canción titulada Una de romanos, caracterizada por la nostalgia de la juventud pasada.